4 de junio de 2009

La seta, la pirámide, el portaminas y el abuelo

Había una vez un marica que estaba muy salido y que tenía muchas ganas de follar. Estaba tan caliente y tan cerdo que en vez de llamar al primer tío que viera en su agenda de contactos del móvil, decidió irse a la sauna. Y allí empezaría la gran aventura.

Ya dentro de la sauna, el joven pasivito, fue investigando todos los rincones oscuros y sucios del lugar. El entorno se veía envuelto en una melodía bastante irritante; algo llamado Pastora Soler sonaba por todos los lugares del reino. Algunos entraban en trance y movían su cuerpo agitadamente repitiendo unos mensajes que nuestro joven niñato no entendía. Hassan, jardines, palacio… era un ritual bastante absurdo. Nuestro marica se quedo petrificado al ver tal espectáculo y decidió ir a buscar a ese tal Hassan.

Empezó a buscarle. Tomó el camino de la izquierda, el de las puertas mágicas. De repente, una mano salió de una de ellas, le cogió del brazo y le llevo a su pequeño reino. Hola, ¿Cómo te llamas?- dijo nuestro jovencito salidito -¡Eso no importa, date la vuelta niñato que te voy a dar lo tuyo!- dijo el hombre grande y peludo que habitaba en ese pequeño reino. Nuestro protagonista, se asustó tanto que intentó salir pero el gran hombre le empujó contra la pared. Nuestro joven suplicaba clemencia, le pidió que por lo menos le dijera su nombre. Éste le dijo que le solían llamar “El Seta”. Cuando nuestro niñato preguntó el por qué de ese mote, fue en ese momento cuando una polla con forma de Seta, entró rápidamente en su pequeño y cerradito agujerito.

Una vez dentro, nuestro valiente pasivo apretó con todas sus fuerzas, oprimiendo la casita de papa pitufo, hasta que el gran hombre peludo desalojó bruscamente ese joven pozo sin fondo. Nuestro amigo salió corriendo de ese espantoso lugar, chocándose con un habitante del lugar. El individuo intento calmar al jovencito, y le dijo que el verdadero placer estaba en La pirámide. Que él venía de aquel lugar y que nunca volvería a ser el mismo chico que era antes.

Nuestro joven, fue en busca de La Pirámide. El camino le llevo al pantano: humedad, calor, gritos y vapor hacían de aquel lugar un sitio bastante siniestro. De repente vio una figura humana y se acercó corriendo hacia él: ¡Busco a la pirámide! Y él le contestó: Yo soy el portaminas, siento no poder complacerte jovencito. Siguió su camino hasta dar con el pantano, se sumergió en busca de la pirámide pero no la encontró. Un hombre mayor se acercó al niñato y le dijo: Sé que soy muy mayor para tí, pero me llaman la pirámide. El joven, al ver que la pirámide era en realidad bastante vieja, se echo a llorar. -No llores- le decía el abuelo – dime pequeño, como te llamas- y el pasivito contesto – me llaman la flecha.

La flecha se quedo nadando en el pantano, se la comieron un par de veces, se corrió y se fue a su puta casa. Y colorín colorado, que bien que el sida no le han pegado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La furcia de Pastora Soler dice que cosas buenas tiene Hassan en los jardines de Palacio. Probaste a ir allí?

Grandísimo el relato xD